vas por la
bala entre las cuerdas sola en la espesura del aire / entre sus agujeros /
raspando la lengua contra la luz / y seguís la calle / ese espejo que miente /
que miente y miente / seguís la bala por la calle / y como reflejo de tus
emociones / buscás las noches que mastican fuego / las noches difíciles / esas
horas casi malditas en las que no alcanza nada / nada / ni lo que podría
contener a tantas preguntas abiertas / tantas formas que se tapan / ni la
melancolía después de dos vasos de vino / no / y aunque los sonidos se
amplifiquen y las apariencias no engañen / el sueño vendrá demoledor / por más
que no te lo acuerdes / y por eso después / al otro día / porque hay otro día /
porque generalmente existe el después / irás perdiendo esa sensación / y las
palabras que la nombran / y las palabras / y la poesía que estuvo tan cerca
circulando entre tu piel y el sabor amargo de no saber cuándo terminará
llegando lo oscuro
pasarán varios
días y querrás repetir la escena / ir por la bala / encontrarás / porque al
final uno siempre termina encontrando / todas las figuras que aparenta la
muerte / sus colmillos / sus zapatos / e irás entonces hacia lo incurable /
quizá perdiendo el rumbo o la voz / intentando perforar el aire aunque se te
llene la mano de sangre / de sangre fría / fría y monótona / que llenará otro
vaso / y te espantará la idea de romper algo que también lleve tu nombre / y
entonces no lo romperás / no / correrás por mil luces buscando la bala y el
espejo que miente / que miente / y miente / y los sentidos supondrán jugar
sucio / tan fácil / tan embusteros / de tu boca saldrán imágenes y de tus ojos
palabras / y de tu mano / porque no se olvida / de tu mano caerá sangre o
suspenso / pero no será el final / nada llevará al fin / la bala irá rápida
entre los silencios más estables de una ciudad que duerme / que duerme y duerme
y no cesa de dormir / la bala y vos se desplazan por calles largas / tan largas
como la vida del tiempo / y quizá otro vaso más para acertar sus pasos / y entonces
los sentidos ya no serán sentidos ni la poesía te salvará / no / quizá la bala
te espere para que el juego continúe en un círculo de huellas perdidas y cruces
melancólicos / esa música pasajera y esos pasajeros bajando en las estaciones /
una ciudad que no cesa de dormir aunque el despertador sea más grande que el
río que lo arrima a tanto fluir y fluir y nada / no / te esperará / claro / y
la sangre en una copa que no podés romper porque tu nombre también te espanta /
la sangre que no cae más que en la copa / y todos tus sueños que marcarán las
salidas equivocadas / salidas mal pretendidas / como querer saltar una rampa
yendo al revés
no
quizá
reviertas la situación
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