De ir hacia el origen, no más, mientras
los caballos azules estén trazando la línea, lo que después tendrás que reconocer,
inevitable, en los nombres de las siluetas que bailan sobre la línea. Con tus
piernas casi dormidas casi borrachas esquivarás tus muecas, tal vez sea
posible, tal vez empieces por respirar hondo, llevando hasta la garganta las
bocanadas de la noche, lo que tenías que hacer;
y
en tus vueltas en este mundo tuyo de colores y de fiebre, y en todos tus ecos,
ahí, tus fuegos encendieron otra cosa;
ya temprano habías leído tu deseo como
pulsión de la historia, y también, porque a veces pasa, que la quietud de las
cosas ata tus nociones y tus rutas y el origen anterior a la voz; ya temprano
habías notado las desventajas del misterio, tan cotidiano, tan de la vida y la
muerte;
¿lograrás que los pies bajo las piernas
casi dormidas casi borrachas decidan la próxima figura, o mejor, la brusquedad
en el barro?
y no habrá entonces
ni ciudades ni luces ni dientes ni
velocidad ni autos ni lluvia ni vasos ni cosas ni cansancio que valga, nada
habrá que interrumpa, ni siquiera tendrás que elegir entre el arte y la nada,
no, tus caballos azules que trazan la línea ocuparán los espacios desnudos de
vos.