De una puerta atravesada por un día cualquiera; como
de urgencia, con la tierra sujetándole los tobillos, porque entre la puerta y
la salida conviven voces, y entre las voces late el sentido de la costumbre, un
tal vez, un vaso lleno, y las marcas de siempre; la poesía el rumor de miedo
las miradas escasas las vocales los verbos temblorosos la metáfora la
ocurrencia de la imagen el río lleno de ríos de silencio.
Lo que juego yo, no sé, la radio está prendida pero no
se escucha. En el medio, un olvido cualquiera, y lo que se espera, entonces,
sobre comprender el pasado.
En un círculo donde lo que fluye, fluye a medias, no
es el fondo, no; quién es capaz de recorrer toda la ciudad buscando la piedra
maldita, si lo que falta, lo importante, es el sorbo profundo de lo real. Se trata
de memoria, básicamente, del quiebre de las palabras del sinsentido.