3/2/15

Boleto



Buscás tu boleto como preparás café, tan prolijamente. Buscás en el relato lo que sea real, una marca, una pieza. Buscás el presente, o por lo menos, la imagen que tenés del presente, tus desventuras, los amores fugados, el tren que llegará como llega el café. Sí. Y que tomarás urgente, aunque no llegue.
Después de la mañana, después de todo, forzarás tu suerte; el espejo no revela nada (habrás visto) y entonces, qué. El relato será tu boleto por esta vez, aunque hayan escondido los horarios y los nombres y los trenes y los boletos y el café, aunque no haya plazas donde mirar ni ventanas abiertas. Palabras por ahora, sólo palabras. Y después, qué. Serás un acercar de pupilas en proceso, en el humo, en la calle de sombras mezquinas. El paso de tus sombras sobre el espejo, y entonces, correr. La pared, el muro. El humo en el muro. El sonido de tus pasos llenos de arena. Tus pasos en los pasos de la sombra. El espejo. Y en el cruce del misterio, tu soledad, la fuga como piedra primera de la ausencia, para que los días sean más largos, o sean.
¿Y si lo real fuera un laberinto en el olvido?