recordé mi nombre
antes de torcer mi piel lo descubrí
flotaba esquivo en los pulmones
el primer día de otoño
mis sombras me apuntaron
y como conocía mis límites
la imprecisión
dejé la sonrisa para después
supe cuánto frío había tragado
ellas me buscaron por años
retorcidas e imperdonables
y no serían complacientes esta vez
guardé las manos
y
entre sus formas
con mi nombre a cuestas
ofrecí mi retirada
esa corazonada abrió una puerta
miré
no estuve ni del otro lado