Desde que los
principios me amenazan las cosas se pusieron fieras. Conozco mis trampas, y sin
embargo; cuántas luces evité, cuántas marcas silenciosas me taparon. Rebotaré;
cómo hace el absurdo para mantenerse estable, cómo será el viento que empuje a
favor; un guiño un llamado una luz un vaso que no se rompe.
Voy a pensar en la
suerte, qué es tener buena o mala suerte, dónde descansa el destino. En un
punto la inflexión juega, y el invierno es retroceder por lo menos dos
casilleros, como si las ramas apuntaran al revés. En ese punto el equilibrio no
dispersa la niebla; cómo empezó, cuándo. Cuándo fue que el aire frenó las manos
y nosotros nos vimos solos.
De alguna manera querré
alcanzar tus pasos, esos que están llenos de calles y de nombres, ahí donde la
memoria se ejercita.
Dentro del círculo
dirás que los colores impostores son los colores mismos, y entonces; la
realidad. Tanta confusión del presente hará que el vidrio de la ventana
estalle. O no, tal vez se refuerce. Estás entre los ruidos y no es música. No
hay algo que imprima un quiebre, son instantes en donde lo que importa se
reduce a esperar que la siguiente palabra sucumba o vibre o rompa el círculo, que
escapa de la costumbre y va.