Todos los ruidos saliendo, todas las calles mal cerradas, una voz larga debatiendo
en el viento cómo despegar la nostalgia de la pena. Si la nueva noche no
contempla evitar la fuga de las contracciones, qué seguirá después.
Habrá olvido, seguramente, si das media vuelta y enfilás hacia adentro; el
encierro es así, ruina de las ideas y de la sed. Así, detrás del vidrio las cosas se van a
poner difíciles; guardarse, esperar que todo pase y que evadirse sea la comida
del día, el plato fuerte de irrealidad.
Y porque no tiene que pasar, pasa.
Escribir es un poco eso, el sexo implícito entre la acción y el sujeto;
un cachetazo acostumbrado a realzar la pena en la cara en la boca en mis
dientes.
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