Cuando quedan cosas en el tintero, el bosquejo se reduce a la intención,
entonces pasa eso que se sabe que va a pasar; la pared se agranda y el frío
enfila peor. Las miradas de otoño que quedan apenas alimentan el río.
Vamos a sacarnos las cosas difíciles, vamos a limpiar el estómago. El punto
no es claro pero igual, el arte empieza cuando el presente no aparece. Detrás
del fuego, el río está oscuro; qué ruta alcanzará ese destino alguna vez.
Para que la ceniza desborde hace falta primero llenar el cuadro; yo doy
unas cuantas vueltas mientras vos empezás a creer (casi, menos mal) que el
silencio es también un poco adentrarse, que el presente se construye desde
atrás, mucho más atrás de lo que está pintado hoy en las ciudades; esa
fugacidad.
Las líneas que siguen el rumbo feroz serán líneas feroces, y la pared
que hasta ahora te hace rebotar, en realidad sugiere que rebotes aunque no haya
choque o no haya pared. Porque, por más que creamos en algo, en realidad qué es
ese algo
ceniza cuadro poesía puente
el principio, después de todo
qué mirada ofrece la poesía
acaso habrá otra mirada.
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